Las bolsas plásticas están hechas de derivados del petróleo, se producen rápidamente, pero su degradación puede tardar más de un siglo. La mayoría se desecha tras un solo uso, terminando en vertederos, cuerpos de agua y ecosistemas naturales. Entre sus principales impactos se encuentran:
- Formación de microplásticos. Al fragmentarse, las bolsas generan partículas diminutas que contaminan el agua y entran en la cadena alimentaria.
- Emisiones de CO2. Su fabricación y transporte requieren grandes cantidades de energía, lo que aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero.
- Obstrucción de drenajes. Causan inundaciones al tapar desagües pluviales y sistemas de aguas residuales.
- Amenaza a la biodiversidad. Por su durabilidad y toxicidad, afectan a una amplia variedad de especies animales. Por ejemplo, tortugas, peces y aves marinas confunden las bolsas con alimento, provocando bloqueos digestivos y muerte.
- Consumo excesivo de agua. Se necesitan 2 mil litros de agua para producir un kilo de plástico de un solo uso.
Desde 1997, con el hallazgo de la Gran Mancha de Basura del Pacífico por el investigador Charles Moore, el problema ha escalado hasta evidenciar una crisis global de residuos plásticos.
Comprometida con el medio ambiente, la familia Landsmanas, líder de Grupo Kosmos, reconoce que es fundamental reflexionar sobre esta situación y considerar alternativas sostenibles que permitan reducir la dependencia de estos productos contaminantes.